JUGANDO A UN RITMO IMPRESIONANTE LOS NORTEÑOS SE ALZARON CON OTRA COPA

ZAGALLO, UN TECNICO GANADOR: Impresionante. Esa es la palabra justa para catalogar a este equipo brasileño que parece encaminarse hacia su quinto título mundial ya que a lo largo de este último lustro no pareció tener oponentes, ni hubo rival que pudiera con él.

Desde que Mario «Lobo» Zagallo tomó el mando del seleccionado, una vez finalizado el Campeonato Mundial de Estados Unidos, solamente ha caído derrotado en tres oportunidades: México, Noruega y Nigeria -en la semifinal de los Juegos Olímpicos de Atlanta-.

Recordemos que Zagallo es el único en la historia del fútbol mundial que ha conseguido cuatro copas del mundo, lo que significa que hasta el presente, ha estado en todas las conquistas de su país. En 1958 y 1962 obtuvo el campeonato como jugador, en 1970 dirigiendo desde el banco al fabuloso «Scratch» donde brillaron Pelé, Jairzhino, Carlos Alberto y tantos otros; finalmente, en 1994 fue ayudante de campo del técnico Carlos Alberto Parreira.

Zagallo tomó el mando del seleccionado en julio del 94’ e inmediatamente comenzó a probar jugadores jóvenes con miras a los Juegos Olímpicos de 1996. Así llegó a la Copa América de 1995 en Uruguay con un plantel poderoso pero inexperiente. Pese a esto obtuvo el subcampeonato tras caer por penales contra el local. Zagallo fue duramente criticado debido a que solo utilizó, 5 minutos y contra Ecuador, a un chico de 19 años que era por segundo año consecutivo goleador del fútbol Holandés: Ronaldo.

Luego llegó el Preolímpico de Mar del Plata donde Brasil se llevó el campeonato ante el dueño de casa. En los Juegos de Atlanta Brasil ya tenía como figura no solo del Sub-23 sino a nivel de mayores a Ronaldo -ahora máximo goleador del campeonato español- pero cayó derrotado en semifinales ante Nigeria en un partido impresionante que lo relegó al tercer puesto.

Este año tuvieron su revancha en la Copa América de Bolivia donde se llevaron el título sin dificultades demostrando ser ampliamente superiores al resto de sus rivales sudamericanos. Así siguieron jugando amistosos y aplastando rivales hasta llegar a ésta Copa de las Confederaciones como máximos favoritos.

UN POCO DE HISTORIA. Esta fue la tercera edición de la Copa de las Confederaciones la cual es organizada por FIFA y alberga a todos los campeones vigentes de las distintas confederaciones continentales.

En esta ocasión participaron: Arabia Saudita como país organizador, Emiratos Arabes Unidos como Campeón de Asia, Sudáfrica como último Campeón de Africa, Australia como Campeón de Oceanía, México como último Campeón de la Concacaf, Uruguay como Campeón de América, Brasil como Campeón del Mundo –más allá de ser el vigente Campeón de América- y por último, la República Checa como Campeón Europeo, debido a que Alemania no quiso participar.

Por lo tanto llegamos a esta edición con 8 equipos participantes, a diferencia de 1993 y 1995 donde solo lo hacían 4. En la primera edición el título fue para Argentina y en la segunda para Dinamarca.

URUGUAY Y LAS SERIES. Uruguay llegó a éste campeonato con una doble finalidad, hacer el mejor papel posible y principalmente, implantar un estilo de juego que nos pueda servir de referencia para un futuro.

Esa tarea fue encomendada al técnico subcampeón del mundo a nivel juvenil Víctor Púa quién será el responsable no sólo de las selecciones juveniles por período de 2 años, sino de la selección mayor hasta terminado el Mundial de Francia.

Fue una medida inteligente adoptada por los neutrales de la AUF ya que así no hay apresuramientos en lo que respecta al nombramiento del nuevo técnico y, además, deja cubierto el cargo ante cualquier enfrentamiento de carácter amistoso que se le ofrezca al seleccionado celeste.

La idea de Púa fue citar a la base de la selección subcampeona en Malasia agregándole un par de jugadores experientes (Montero y Méndez) además de otros que por pocos meses no pudieron integrar aquella selección: Recoba, De Los Santos, Flores, entre otros. Así se logrará llegar a Sidney 2000’, el primer gran objetivo, con unos 30 partidos internacionales.

En lo que respecta al campeonato la participación de Uruguay fue mas que meritoria tomando en cuenta lo ya dicho, la presencia de jugadores jóvenes, inexperientes y sin trabajo previo. La imagen que se dejó fue, por el contrario, la de un equipo armado, con idea de juego definida y que sabía lo que tenía que hacer dentro del campo. Claro que a la hora de definir, esa inexperiencia pesó en varios de los jugadores y no se pudo repetir en la semi final, la performance de la primera rueda.

En el debut enfrentamos a Emiratos Árabes, selección a la que luego de los primeros 10 minutos se lo dominó en todas las líneas, aunque vale decir que los goles llegaron sobre la finalización de ambos tiempos y que en el primero tuvimos mucha fortuna.

En ese encuentro se sacaron muchas conclusiones; la primera, el acierto de Púa en darle la capitanía a Paolo Montero quien supo ser líder del equipo sin caer en el «descontrol» típico de su temperamento que lo ha llevado a terminar varios partidos antes de los 90 minutos.

También se destacaron: Gonzalo De Los Santos, Nicolás Olivera y Marcelo Zalayeta ratificando lo hecho meses atrás en el mundial juvenil; por último, destaco al mejor jugador de Uruguay a lo largo de la competencia, Pablo García.

El mismo reúne un montón de cualidades dignas de destaque marca, entrega, lucha, técnica y sobre todo una gran personalidad que lo llevó a que, siendo un jugador de medio campo, no haya acumulado ni una sola tarjeta amarilla a lo largo del torneo.

Además fue por varios momentos el encargado del traslado del balón desde el campo celeste hasta tres cuartos de campo contrario.

Luego llegó la República Checa la cual venía de un empate con Sudáfrica. El partido se presentó difícil en los primeros minutos donde incluso se le anuló un gol lícito al equipo europeo por presunta falta del atacante.

Poco a poco Uruguay encontró su juego y se puso en ventaja con gol de Olivera que nuevamente jugó un gran partido. A partir de ese momento el equipo uruguayo fue muy superior y logró aumentar su ventaja a través de Zalayeta. Finalmente los checos descontaron para poner el definitivo 2 a 1.

Con los dos triunfos Uruguay ya estaba clasificado por lo que el técnico decidió afrontar el partido contra Sudáfrica con 10 variantes; de los titulares únicamente jugó Diego López.

Fue este el mejor partido de la serie y quizás del campeonato ya que Uruguay si bien se vio superado en varios momentos, nunca renunció a su forma de juego y mostró gran efectividad a la hora de definir.

Uruguay ganó como muchas otras veces, quizás sin merecerlo, pero con una gran diferencia, jugando al fútbol. Eso fue lo que se procuró, que ganando o perdiendo, con titulares o suplentes, el juego fuera siempre el mismo, pelota a ras del el piso, con un destinatario cierto y con un solo objetivo, el arco de enfrente.

Por otra parte LA SERIE A fue ganada por Brasil que sin mucho esfuerzo y con escasos lujos ganó dos partidos y para sorpresa de todos, empató sin goles ante Australia.

Claro que Brasil al igual que Uruguay probó varios jugadores y por ello se dio el lujo de dejar en el banco, en mas de una ocasión, a Dunga, Juninho y el mismísimo Romario.

Australia, que alcanzó la segunda posición en la serie, fue un equipo bien disciplinado pero muy avaro a la hora de brindar espectáculo, mucho toque de pelota pero falta de profundidad.

México fue la gran decepción de la serie ya que si bien le hizo un aceptable partido al invencible Brasil, no opuso mucha resistencia contra la selección australiana; pese a golear a los locales se despidió del certamen sin pena ni gloria. Del local muy poco, únicamente un triunfo ante Australia quien formó en ese partido con varios suplentes.

FINALES. Todo parecía indicar que habría una final sudamericana. Brasil parecía invencible y Uruguay había sido el único seleccionado que había conseguido tres triunfos en tres presentaciones.

La primera semifinal pareció indicar eso. Brasil sin exigirse venció por dos tantos contra cero en forma clara y contundente a la República Checa, la cual no se atrevió a patear al arco defendido por Dida en todo el encuentro.

Por otro lado Uruguay enfrentaba a Australia con la misma alineación del comienzo del torneo. Fue un dominio claro, absoluto por parte de los celestes, como hacía tiempo no se veía; prácticamente todos rindieron en forma brillante: Olivera, García, De Los Santos, Montero, López, Recoba y Zalayeta –aunque malogró un par de oportunidades de gol-.

Pero la falta de contundencia y efectividad hizo que los 90’ terminaran empatados y luego, por segunda vez y ante el mismo rival, volvimos a quedar eliminados de un certamen a través del hoy llamado Gol de Oro y que allá por 1993 se llamó Muerte Súbita y nos dejó fuera de la semifinal del mundial Sub-20 de Australia.

Al minuto y medio del primer tiempo del alargue y tras un ataque uruguayo llegó el contragolpe australiano que terminó con el gol de Kewell y la eliminación de Uruguay.

Si bien nunca sirve perder quizás ésta derrota sirva para adquirir experiencia y demostrarle a los jugadores que no siempre gana el mejor y que en todo deporte se necesita algo de fortuna.

En el partido por el tercer puesto se notó la falta de motivación y si bien el sistema de juego fue el mismo, hubo jugadores que no rindieron, caso de Olivera y Zalayeta.

El triunfo de los checos por 1 a 0 fue inobjetable, aunque vale decir que el gol se gestó tras un grave error de la defensa celeste.

La final fue un mero trámite. Los brasileños humillaron a su rival convirtiéndole nada menos que 6 goles (3 de Romario y 3 de Ronaldo) a través de los 2 mejores delanteros del mundo en este momento.  El poderío norteño deja planteada la interrogante, ¿hay alguna selección que pueda vencer a Brasil?; ¿el campeonato mundial de Francia se jugará por el segundo puesto?. Estas preguntas recién encontrarán respuesta en un año.

BALANCE. La imagen dejada por Uruguay fue altamente positiva entre otras cosas por haber desterrando definitivamente la imagen de cuadro agresivo.

En lo que respecta a los ingresos la AUF percibió un millón y medio de dólares lo cual no sólo permite saldar varias deudas a nivel de clubes y técnicos anteriores de la selección, sino que asegura el pago del contrato de Víctor Púa al mando de las selecciones juveniles.

Pero lo más importante es la idea de juego que se implantó en los jugadores. El tema será hacerla perdurar en el tiempo para que llegado los desafíos importantes estemos a la altura de afrontarlos. Y para ellos ya falta muy poco: el preolímpico de Sidney 2000 y las eliminatorias para el próximo mundial.

El primer paso para salir del fondo está dado. Este cuerpo técnico y estos jugadores nos representaron de muy buena forma en un torneo que con el paso del tiempo tendrá una valoración muy especial.

Esperemos que los nuevos dirigentes que hoy gobiernan la AUF valoren este logro y sigan apoyando a este cuerpo técnico para no caer nuevamente en desgracia y sufrir duros golpes como la reciente -pero anunciada- eliminación de Francia 98’.