CAMBIAMOS LÁGRIMAS POR ESPERANZA
El título no es más que la expresión de mi sentir apenas terminado el partido contra Holanda. Podría decir que como “enfermo” de la selección de mi país es la peor derrota que viví, ya que me privó, nada menor, de la posibilidad de ver a Uruguay en una final del mundo; pero no, fue la mejor!
Nos acostumbramos a ser mal perdedores y dejar mal parado a Uruguay ante cada revés sufrido. Salir a pegarle a un rival, un árbitro, romper los vestuarios, echarle la culpa a otros y más. Hoy la historia cambió, mejor dicho, se encausó. El mundo habla de Uruguay por su entereza, por su grandeza, por su garra y su actitud; por nada más!
Hace un poco más de una hora se acabó el sueño de volver a ser campeones del mundo. Salí a la calle a desahogarme, a hacer el click y volví a escribir.
Quiero volcar un sentimiento que fue el primero que se me vino a la cabeza tras ver los rostros de los jugadores, cuerpo técnico e hinchas uruguayos que están en Sudáfrica y que increíblemente, es la misma expresión que acabo de ver de la gente que está en el Uruguay.
Los jugadores derramaron transpiración, garra, esfuerzo, dedicación pero ante la derrota, ni una sola lágrima, lo mismo que la gente que ha salido a la calle.
Esta vivencia me permite llegar a este razonamiento que creo es esperanzador.
En 1997, el haber llegado por primera vez a una final de un mundial, aunque fuese juvenil, me había llenado de alegría y esperanza de poder ver a Uruguay campeón del mundo, como tantas otras veces. Al perder le desolación fue total, el llanto inevitable y el disgusto me duró días.
¿Por qué? Porque seguramente nunca más iba a ver a Uruguay en una instancia similar.
Como amante de la Fórmula 1 la muerte de Gonzalo Rodríguez en 1999 me llevó a un sentimiento idéntico. ¿Por qué? Sabía que nunca más iba a ver a un uruguayo tan cerca de competir en esa categoría del automovilismo que tanto me apasiona desde niño.
Creo entonces que el llanto producto de la desolación, desesperación o angustia se produce cuando determinada cosa, persona u oportunidad, o no está más, o no se volverá a repetir.
Ver el final del partido, mirar la tranquilidad de los jugadores celeste, la gente en el estadio, luego en la calle, mirarme al espejo y ver que nadie lloraba me resultó muy extraño PERO ME LLENÓ DE ESPERANZAS.

Es que este grupo de jugadores nos permitió cambiar la desolación, la angustia, la frustración de los últimos 20 años en ESPERANZA.
Esa es la única explicación de que no haya habido llantos. Hoy todos, absolutamente todos, quedamos pidiendo revancha, dándonos cuenta que no somos menos que nadie y creyendo que se puede.
CUANDO UNO TIENE ESPERANZAS, argumentos de donde agarrarse para saber que se puede, APRENDE A DISFRUTAR DE LOS TRIUNFOS, se emociona con ellos, PERO ADMITE Y ASUME LA DERROTA, CON HIDALGUÍA.
Evidentemente estoy triste por la derrota, pero no abatido. Estoy orgulloso como nunca lo estuve ante una derrota. Y eso por la simple explicación de que lo que alguna vez fueron lágrimas hoy es ESPERANZA, hoy creo que podemos volver a ganar cualquier campeonato que juguemos.
El partido no da para analizarlo mucho, es lo que menos me importa, pero antes que empiecen a venir las excusas quiero decir que perdimos porque Holanda jugó algo mejor; para empezar, convirtió un gol más que nosotros y eso alcanza.
Jugamos como pudimos e hicimos que Holanda se adaptara al juego que Uruguay propuso y no al revés. Controlamos bien el partido y recién en el segundo tiempo tuvieron libertad para jugar como lo hicieron en el resto del campeonato.
No perdimos:
– ni por lo físico: aguantamos todo el partido jugando de igual a igual; de hecho, fuimos superados contra Corea en este sentido pero no contra Ghana ni en el partido de hoy.
– ni por la ausencia de jugadores: Si bien Lugano, Suárez y Fucile fueron importantes en el campeonato y reglamento se conoce y el riesgo de lesiones o suspensiones siempre está. No se puede caer en el simplismo de buscar un atenuante por estas ausencias. Quienes entraron demostraron estar a la altura de las circunstancias y dejaron bien en alto el prestigio de esta selección.

– ni por la liga o falta de fortuna: Hoy todos los goles de Holanda fueron con roces en los palos -y adentro-. Debemos tener en cuenta que en todos los partidos anteriores de Uruguay (repito, en todos) hubo al menos un tiro que pegó en el palo y jugó a nuestro favor.
Cabe sí lamentarse que pasamos de un tiro libre de Forlán que atajó el golero y pudo ser el 2-1, al 1-3 en sólo 3 minutos. Ahí estuvo la clave, pero de eso se trata este deporte. A veces la fortuna está de tu lado y otras no, si bien siempre uno tiene que ayudarla.
Pensemos que Muslera sólo realizó dos atajadas en todo el partido. No nos pelotearon, hicieron dos excelentes goles y terminaron metidos adentro del arco.
ES FEO PERDER, PERO COMO ACABA DE DECIR TABÁREZ: «SI EXISTIESE UNA FORMA DE HACERLO ES ESTA». Porque así uno puede sentirse orgulloso.
Perdimos, estoy triste pero muy agradecido.
Pensábamos que no se podía, que lo nuestro era cosa del pasado, que el marketing, la globalización, la cantidad de habitantes y el mundo, jugaban contra nosotros. Después de 60 años nos volvimos a dar cuenta que al momento de entrar a la cancha son 11 contra 11 y que todo lo demás, es puro verso.
Hace 8 años de madrugada tras empatar con Senegal me quedó escribiendo indignado, desilusionado y ofuscado con todo lo que rodeaba a mi selección; hoy escribo esperanzado y sintiéndome más orgulloso que nunca de ser uruguayo.
Ojalá no tengan que pasar otros 40 años para escribir algo como esto. Ojalá siga sintiendo ganas de llorar por alegría. Ojalá volvamos a ser campeones del mundo.
ARRIBA URUGUAY CARAJO!
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