Mientras se realizaba la ceremonia de premiación tras la final de la Copa América 2015 observé como una vez más, el seleccionado argentino no demostró estar a la altura del acontecimiento faltándole el respeto al público presente en el estadio, televidentes, rival y a ellos mismos.

No puedo decir que la actitud me sorprendió porque no es la primera vez que se comete, pero sí me causa rechazo por ser propia de la soberbia que portan algunos.

En primer lugar porque ninguno de los jugadores argentinos que se sacaron la medalla le han dado un título oficial a su selección mayor; algunos pocos lograron ser campeones olímpicos o de un mundial juvenil.

Hace 22 años que Argentina no gana absolutamente nada por lo que deberían valorar más lo conseguido, esforzarse por superar el escalón que les faltó y, sobre todo, respetar la ceremonia.

Me quedo con el gesto de Mascherano que pese a ser su tercera final perdida, que se suma a la final del mundial 2014, no se sacó la medalla y cumplió con el protocolo. Más allá de que no sea quien porta la cinta de capitán fue un ejemplo que contrasta con lo hecho por la mayoría de sus irrespetuosos compañeros.

Pude estar en Buenos Aires en ocasión de la final de la Copa América 2011 y la celebración por el triunfo uruguayo no me impidió observar y valorar la actitud de los paraguayos quienes se quedaron hasta el final de la ceremonia en un gesto digno de destaque. Todos con sus medallas y orgullosos seguramente de lo que habían logrado; otras 10 selecciones hubieran querido tener la posibilidad de jugar ese partido para alzar el trofeo.

Pero Argentina hoy volvió a caer en ese gesto tal como lo hizo, por primera vez, al perder la medalla de oro en los JJOO de Atlanta 1996′ contra Nigeria. Allí Simeone, Crespo y algún otro contagiaron al resto de sus compañeros e hicieron de ello una costumbre que luego Carlos Bianchi se encargó de perfeccionar en Boca Juniors, al punto de manifestar -tras perder la final de la Copa Libertadores 2004, abandonar el campo y no asistir a la premiación- que “no sabía que a los segundos se les daba medallas”.

Como he dicho más de una vez, está bueno saber ganar pero es igual o más importante saber perder; te engrandece como jugador y persona.