A este grito sagrado para varias hinchadas del continente americano debe prohibírsele la entrada en nuestras fronteras. Es sinónimo de fracaso, propio del que no ganó nada ni tiene idea de lo que va a ver a una cancha de fútbol.

“El grito” nació en México en ocasión de disputarse la Copa de las Confederaciones en el año 1999. Claro que hasta entonces los aztecas aún no habían ganado absolutamente nada a nivel internacional más allá de la mediocre Copa de Oro que juega en Concacaf.

Pasaron los años y México salió dos veces campeón mundial juvenil, campeón de aquella Copa Confederaciones y además ganó el oro olímpico en 2014.

Pero el daño ya estaba hecho… ese “grito” vergonzoso fue bajando y así llegó a Ecuador previó a clasificar a su 1er mundial en el año 2002; de hecho, fue la cortina musical del partido que empatamos bajo el mando de Víctor Púa día en el cual concretaron la clasificación.

Hasta por cábala los países que NUNCA GANARON NADA continuaron con el legado. De esa forma Venezuela tomó el mando y hasta los propios chilenos por momentos abandonaron el “Chi, Chi, Chi…” para sumarse al “sí, se, puede”!

Cada uno que haga lo que quiera pero acá, en Uruguay, «Sí, se, puede» las pelotas! La explicación es sencilla. SI YA PUDISTE NO NECESITAS RECORDARTE A TI MISMO QUE PODES.

Ese canto, casi denigrante para el jugador que lo recibe, que quede entonces para los que nunca ganaron nada. URUGUAY SIEMPRE PUDO!

Y así ha ganado -desde el inicio- todo lo que ha jugado salvo la Copa de las Confederaciones; Juegos olímpicos (1924), Copas América (1916), Mundiales (1930), Campeonatos juveniles (1954), Campeonato de campeones del mundo (1980).

Entonces recuerden, Uruguay ya sabe lo que es ganar y ser campeón en cualquier competencia que esté disputando, por eso: «Sí, se, puede» las pelotas!