Mientras algunos se dan el lujo de criticar y de manera burlona despreciar al “extranjero” que defiende los colores de nuestro país yo digo que es digno de admiración y respeto que alguien que no nació en el Uruguay sienta, quiera y defienda la celeste como cualquiera que por fortuna sí lo hizo.

Porque además, cuando la mayoría habla de extranjeros, lo hace únicamente tomando en cuenta su lugar de nacimiento; y eso está mal!

La mayoría desconoce el artículo 74 de la Constitución a través del cual, un hijo de padre o madre oriental nacido fuera de fronteras es igual de ciudadano natural que cualquier persona nacida dentro de nuestro país, con tal que se haya “avecinado e inscripto en el Registro Cívico”.

Sí, vos que haces chistes convencido de que sos más uruguayo que otros por haber nacido acá, tené en cuenta que sos un ciudadano natural de igual modo que lo es, por ejemplo Pablo Cuevas, nacido fuera de frontera, hijo de madre uruguaya, avecinado desde niño en nuestra tierra e inscripto desde los 18 años en el Registro Cívico.

Cuevas se convirtió en el tenista uruguayo mejor ubicado (19 del ranking ATP) y el más ganador (6) de la historia, habiendo vencido nada menos que a Rafael Nadal y Stan Wawrinka en polvo de ladrillo. Y es orgullo celeste!

En el basquetbol hace un par de años vimos como Reque Newsome celebraba como el más uruguayo la victoria ante Brasil en el arranque del torneo preolímpico. En esa disciplina también supieron defender y ser campeones sudamericanos otros “extranjeros” como «Fito» Medrick -panameño- o Jeff Granger -estadounidense-, cuyo hijo, sin embargo, pese a haber nacido en Uruguay ha puesto por encima sus intereses personales negándose varias veces a jugar por la celeste.

Todos tenemos en la mente la atajada de Fernando Muslera –nacido en Argentina e hijo de padres uruguayos- contra Higuaín y luego el penal que le atajó a Tévez en cuartos de final de camino a la obtención de la Copa América 2011. Todos estamos orgullosos de su desempeño y nadie piensa, al momento en que defiende nuestra selección, que nació en el país vecino.

1954 World CupEn nuestros oídos debería siempre sonar como un himno el relato emocionado de Carlos Solé tras el empate a dos convertido por Juan Eduardo Hohberg -argentino- contra Hungría en la semifinal del mundial de 1954. Quizás ése relato haya sido más emotivo que el del gol de Ghiggia cuatro años antes.

Si todos nos emocionamos viendo como “Palito” Pereira  volvió a la cancha tras quedar inconsciente en el partido contra Inglaterra, en el mundial de Brasil 2014, no debemos olvidarnos que Hohberg pasó por una situación similar en aquél partido cuando luego de convertir el empate cayó desmayado producto del esfuerzo y la emoción.

Por eso mientras muchos hacen chistes con los “extranjeros” que defienden a Uruguay a mi sólo me nace agradecerles.

Nunca olvidemos que los “extranjeros” que lucen con orgullo la camiseta celeste no estuvieron obligados a vestirla ni tampoco a recibir una citación; ellos eligieron nacionalizarse, primero, y jugar por el país, después.