Mientras que en el fútbol, por cuestiones físicas antes que técnicas, todo es cada vez más parejo, en el básquetbol también por cuestiones físicas, la brecha entre distintas selecciones es cada vez más grande.

El año pasado cuando se le ganó a Brasil en el preolímpico decía: “no vale un campeonato ni clasificación pero lo celebro ya que pocas veces vi a Uruguay por encima de Brasil terminado un partido oficial”.

Es que como ocurrió en el Panamericano de 2007, cuando vencimos a Argentina en un final increíble y obtuvimos la medalla de bronce, no se trató de una victoria más. Vencer a nuestros vecinos cada vez se ha hecho más difícil jueguen con titulares o un equipo alternativo.

Si ellos jugasen siempre con el 100% de su potencial, en estos tiempos sería prácticamente imposible ganarles.

Es por ello que a Uruguay no le queda más que prepararse de la mejor manera, desde lo mental y físico, para cuando ello no suceda sorprender, no perdonarlos y así soñar con el título sudamericano.

Así fue como sucedió en las dos últimas conquistas continentales del seleccionado: 1995 en Montevideo -foto de portada- y 1997 en Venezuela.

Nos consagramos campeones habiendo perdido en ambas ocasiones con Brasil pero venciendo a un seleccionado argentino que no había concurrido con su mayor potencial; no obstante, ellos sí pudieron vencer a los brasileños lo que a la postre nos posibilitó terminar primeros.

Ojalá se pueda imitar un proyecto similar al que se hizo con las selecciones uruguayas de fútbol.

No se puede apostar a la casualidad y así esperar a que aparezca, de un día para el otro, una camada de 12 jugadores con un mediano talento que nos permitan algún día volver a ser campeones.

Hay que apostar a las formativas. Hay que recorrer cada rincón del interior del país. Hay que buscar físicos que sean acordes a las exigencias del básquetbol de hoy para luego darles las herramientas necesarias para convertirlo en un buen jugador.

Es esa la mejor manera de estar preparados para que, en cada oportunidad que las grandes potencias pestañeen, seamos nosotros los que podamos alzarnos con la gloria.