La FIFA ha designado para la final de la Copa de las Confederaciones, a celebrarse en domingo entre Alemania y Chile, a siete árbitros europeos; la cuarteta clásica más los tres que estarán controlando el VAR.
Si bien ya hay medios y simpatizantes chilenos quejándose por ello en lo personal considero que lejos de perjudicarlo le otorga mayores garantías.
A lo largo del certamen quedó demostrado que los árbitros de países ignotos en el mundo del fútbol, como Gambia, están años luz de poder tener una actuación digna, habida cuenta que muchos de ellos han pitado cosas contrarias a lo que marca el reglamento en claro desconocimiento de este.
Los árbitros europeos, sin embargo, están acostumbrados a dirigir partidos de jerarquía y el más alto nivel de exigencia no sólo en sus ligas sino en las competencias internacionales en las que actúan (Champions League, Europa League, etc).
Creer que Chile será perjudicado por tener árbitros del continente de su rival circunstancial es partir de un supuesto que hay que desterrar. Si partimos de la buena fe e idoneidad de quienes imparten justicia la nacionalidad de estos no debería importar.
Por otra parte, hay antecedentes en finales de Copas del mundo que echan por tierra cualquier suspicacia al respecto.

Uno de los rivales que le tiene más «rabia» a la selección Argentina es Brasil; sin embargo, en 1986 un árbitro de ese país arbitró la final de México 86’ cumpliendo una actuación ejemplar.

Cuatro años más tarde, otro árbitro sudamericano (uruguayo nacionalizado mexicano) volvió a arbitrarle la final, también contra Alemania. Allí, un fallo «polémico» condenó al seleccionado albiceleste.
De haber existido cierta contemplación de parte del referee, hacia el continente de su nacionalidad, hubiera obviado la incidencia que derivó en el penal y la historia de aquella final, quizás, hoy sería otra.
Así que mejor preocuparse por lo que pasa dentro de la cancha que hoy por hoy, con tanta cámara, sistema VAR de por medio y millones de personas observado lo que ocurre en un campo de juego, cualquier fraude o acción sospechada de parte de un árbitro quedaría evidenciada y recibiría una condena mundial.
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