Pasaron 1448 días desde la eliminación contra Colombia en Brasil 2014.

Llegamos al mundial de manera directa -luego de seis intentos- con una renovación importante en nombres, estilo de jugadores y funcionamiento.

Ahora estamos en Rusia a la par de 32 de selecciones que van en busca del mismo objetivo; el más importante que cualquier futbolista puede soñar.

Se viene un mes maravilloso con lo mejor del mejor deporte del mundo.

Disfrutaremos, nos alegraremos, emocionaremos, estaremos felices, quizás tristes, con rabia o algún otro sentimiento.

Gracias a este proceso de 12 años estaremos, como pocas veces, esperanzados y alineados detrás del sueño de ver a Uruguay llegar a lo más alto.

La selección con más vueltas olímpicas nos permitirá, una vez más, estar unidos sin siquiera conocernos.

En la coincidencia o discrepancia estará bueno poder intercambiar ideas, sensaciones y opiniones.

Disfrutaré de todo el mundial pero -lógicamente- mi interés estará puesto antes que nada en Uruguay. En base a lo que pueda pasar y llegar a convenirle para que su camino a la cima sea el más “accesible” podré simpatizar, circunstancialmente, más por uno que por otro seleccionado.

Porque ya sabes… PARA SALIR CAMPEÓN MENTIRA QUE HAY QUE GANARLE A TODOS; hay que ganarle al que el fixture te pone enfrente y si es más fácil, mejor!

Siéntanse privilegiados de poder ver a Uruguay jugando una Copa del mundo. Valoren más y critiquen menos. 

Sepan que disfrutar del mundial no pasa por ver brillar al seleccionado; para ser campeón ello no es necesario.

Son siete partidos, más bien cuatro -ya que en los primeros tres te podés dar el lujo de tener un traspié- donde es suficiente avanzar -como sea- ligando en aspectos «accesorios» al juego.

Y por accesorios debemos entender: a) el fixture, que toque una serie y cruces en teoría «accesibles»; b) no tener lesionados, circunstancia totalmente imprevista en los cuatro años previos de planificación; c) que los árbitros no cometan errores, cosa que con el VAR se intentará disminuir al máximo; y d) encontrarte con rivales «desgastados», hecho que dependerá del plantel e instancias suplementarias que tenga que sortear tal o cual país.

Entonces, no importa si brillas ni tampoco contra quién jugas; al final todos los títulos valen lo mismo y lo que quedará en la historia es la foto de un capitán levantando la Copa FIFA.

Son siete partidos que te separan de la gloria y da igual de qué forma los sortees; lo único que importa es alcanzarla!

Mientras se siga llevando el triunfo quién haga más goles no importará cómo, ni quién tenga más la pelota, tampoco quién es más vistoso.

Y es por eso que un mundial, más que en ningún otro evento, «ganar no es lo más importante, es lo único importante«. Sino pregúntenle a los húngaros en 1954 o a los holandeses viente años después.

Italia en 1982 empató sus tres partidos de la primera fase mientras Brasil daba clases de ballet. Les tocó enfrentarse en segunda ronda, Italia ganó el partido que tenía que ganar, llegó a la final y luego se coronó campeón.

España en el 2010 durmió a sus rivales con el control de balón y un porcentaje altísimo de posesión de pelota. Pero, ¿se puede decir que brilló? En absoluto!

Perdió el primer partido, ganó uno solo por dos goles y los cinco restantes por mínima diferencia; los últimos cuatro -de Octavos en adelante- por 1-0. Vaya si habrá sido efectivo.

Alemania en 1990 ganó sin lucir; qué decir de Italia en 2006. Francia en 1998 avanzó una fase con gol de oro y otra por penales antes de llegar a la final que le ganó con luz a Brasil.

De hecho ni Uruguay (1930-1950) ni Italia (1934-1938-1982-2006) se caracterizaron históricamente por su juego vistoso.

Es verdad que hubo algunos campeones que no dejaron dudas y brillaron en su paso al título (BRA 1958 y 1970 o ARG con Maradona en 1986) pero no menos cierto que alcanza con un paso firme -como la Alemania de 2014- o mucho carácter -como Uruguay en 1950-, para no dejar dudas que con actitud, eficacia y contundencia, se puede llegar a ser campeón del mundo.

Veamos sino estos ejemplos donde pese a haber jugado realmente muy mal se estuvo a minutos de lograr el objetivo.

Argentina en 1990 e Italia en 1994 fueron un espanto; ambos clasificaron como mejores terceros. La albiceleste perdió la final apenas 1-0 tras un dudoso penal a falta de tres minutos y luego de pasar por dos alargues previos: YUG en Cuartos e ITA en Semifinal; los tanos, que también pasaron por un alargue (NIG en Octavos), perdieron por penales tras empate a cero en la final más espantosa de la historia.

Argentina de 2014 sin dudas fue mucho más que la del mundial de Italia. Si bien tuvo poco volumen de juego demostró mucha efectividad (5PG-1PE-1PP) y seguramente estuvo a la par de selecciones campeonas como Alemania (1990) o Italia (1982-2006); sin embargo, pasarán los años y no quedará en la memoria del aficionado.

Porque la historia (grande) la hacen los que ganan. No importa si  está bien o no, en el mundo del fútbol es una realidad incontrastable.

Por eso el mundial hay que disfrutarlo del primer al último día; partido a partido más allá del resultado final.

Recuerden que son 211 países afiliados a la FIFA, 32 van al mundial, sólo 2 llegan a la final y 1 sale campeón.

NO ES PARA CUALQUIERA LLEGAR!

CampeonesEn 20 finales disputadas hasta el presente pudo haber 40 selecciones distintas llegando al último día y 20 alzando la Copa.

Sin embargo, la historia dice que sólo 12 países jugaron una final de campeonato del mundo, 8 fueron campeones (Uruguay, Italia, Alemania, Brasil, Inglaterra, Argentina, Francia y España) y otros 4 cayeron en el intento (Checoslovaquia, Hungría, Suecia y Holanda).

Por eso, no seamos exitistas y tengamos presente que -no solo en el deporte- SIEMPRE SE PIERDE MÁS DE LO QUE SE GANA.

Valoremos las cosas en su justa medida. Disfrutemos con mesurado optimismo del mundial que se viene sabiendo que con esfuerzo, trabajo y mucha actitud, se puede lograr el máximo objetivo!