Se cumplen 35 años de una de las carreras más controversiales de la historia de la Fórmula 1. El Gran Premio de Mónaco disputado el 3 de junio de 1984 no fue uno más. Fue la presentación estelar de un novato piloto que en poco tiempo se convertiría en referente de la categoría y más adelante pasaría a ser leyenda.
Corría la sexta fecha de una temporada que dominaba Mc Laren. La dupla Prost-Lauda había triunfado en cuatro de las cinco carreras anteriores. Desde la pole partía el francés, por entonces líder del campeonato, mientras que en el octavo puesto lo hacía Lauda y desde el 13er lugar, con un Tolemen-Hart, largaba un joven paulista llamado Ayrton Senna, que hasta entonces había cosechado dos abandonos, dos sextos puestos y no había clasificado en la restante carrera.
Poco podía esperarse de él desde aquella posición, en un auto poco confiable, carente de potencia y con condiciones de pista inhóspitas.
A pocas vueltas del comienzo Mansell aventajó a Prost. Mientras las condiciones empeoraban desde el fondo Senna comenzó a pasar coches. Mansell (vta.15) y Lauda (vta.23) se accidentaron y abandonaron la carrera tal como lo habían hecho hasta el momento otros ocho vehículos.
Al llegar a la vuelta 29 Prost comenzó a hacer señas dando a entender que la carrera debía ser detenida; mientras tanto, Senna ya se encontraba detrás y era cuatro segundos más rápido que el líder.
A la vuelta siguiente el francés repitió el gesto y durante la vuelta 31 se tomó la decisión de suspender la carrera. Es por ello que al comenzar la 32, ya con bandera roja, Jacky Ickx le bajó la bandera a Prost quien se detuvo contra el muro de pits mientras Ayrton cruzaba a toda velocidad -primero- por la línea de meta.
Pese a la celebración del brasileño el reglamento era claro; al igual que ocurre en el presente, al suspenderse un GP se toman las posiciones y tiempos de la vuelta anterior. Es así que la carrera, que otorgó la mitad de puntos en juego por no haberse completado en un 75%, fue ganada por Prost debiendo Senna conformarse con el segundo puesto, a la postre, mejor clasificación de la temporada.
Muchos fanáticos de Ayrton siguen convencidos de que fue despojado de ese triunfo que parecía inminente. Aducen que fue el “primer favor” que Jean-Marie Balestre -presidente de la FISA y la FIA por entonces- realizó para su coterráneo. En lo personal lejos estoy de compartir esa afirmación que no sólo deja de lado el tema seguridad, que debería ser el punto a analizar dado el motivo esgrimido por el cual se suspendió la carrera, sino que omite considerar lo que era por entonces el sistema de cómputo de puntos y, peor aún, cómo se definió el campeonato.
Al ganador de una carrera se le daban 9 puntos y al segundo 6. En este caso, al no completarse el 75% del recorrido, a Prost se le otorgó la mitad de puntaje, es decir, 4.5. El francés terminó perdiendo el título a manos de Lauda por medio punto (Lauda 72 – Prost 71,5).
Quiere decir, que si esa carrera se hubiese completado, así Senna hubiera logrado el triunfo, los 6 puntos en lugar de 4,5 que se le otorgaron, le hubieran significado al francés su primer mundial.
Y esto no es tener el diario del lunes.
Este razonamiento lo pudo hacer Prost, Balestre y todo aquél que estuviera viendo la carrera desde la vuelta 23, cuando Lauda abandonó.
En cualquier caso, con más o menos del 75% del recorrido completado, el austriaco no iba a obtener puntos. Pero si la carrera hubiera llegado a la vuelta 58, de las 77 previstas, Prost habría obtenido 1.5 puntos más de lo que se llevó, lo que a la postre le hubiere significado a fin de año ser campeón del mundo.
En definitiva, es claro que la suspensión de la carrera en la vuelta 31 lejos estuvo de favorecer al galo. El reglamento terminó perjudicándolo tal como aconteció cuatro años más tarde, cuando bajo el sistema -absurdo- de tomar como válidos para el campeonato los 11 mejores resultados del año, obtuvo más puntos que Senna en las 16 carreras (105/94) pero el título terminó en manos del brasileño (90/87).
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