Uruguay acaba de caer con Francia. Se acabó el mundial y con ello el fin de un ciclo. Comenzará otro con una base sólida y muchas ilusiones.
Ojalá tenga el mismo éxito que los dos anteriores. Sí, éxito. Porque no todo se reduce a la obtención de un campeonato; más cuando en cuatro años que dura un “mini ciclo” de selección solo hay lugar para dos campeones, uno de un mundial y otro de una Copa América.
Hay que saber valorar las cosas en su justa medida, darse cuenta que cada vez será más difícil llegar a la cita mundialista y aún más estar en las instancias definitorias.
Para ello hay que seguir trabajando de manera seria como en los últimos 12 años. Porque el trabajo lo es todo, y si bien no es sinónimo ni garantía de éxito, seguro te aproxima a él.
Tendremos por delante cuatro años con varias bajas, jóvenes que deberán afianzarse y seguir progresando, y algunas fijas del presente que mañana ya no lo serán producto de la madre naturaleza. El tiempo pasa para todos, también para nuestros históricos.
Así, seguramente ya no veamos más a Maxi Pereira, Carlos Sánchez y «Cebolla» Rodríguez; muy poco a Stuani y algún otro que ya no concurrió a este mundial, como Lodeiro y Rámirez.
Godín, Cáceres, Suárez, Muslera y Cavani serán una incógnita a la hora de decir presente en Catar 2022. Pero para llegar a ello primero hay que pasar por una Copa América y un proceso de eliminatorias donde seguro en ambos estos nombres seguirán estando.
El tema será, como en la pasada eliminatoria, ir encontrando los sustitutos para cuando estos tengan que dar el paso al costado. Y para ello habrá que esperar que alguna joven promesa se consolide, como Valverde, o que otras aparezcan tras los dos campeonatos -sudamericanos y mundiales- sub.20 que habrá previo a Catar.
Es cierto que hemos mejorado en cuanto a la conformación del plantel; también que encontramos la base para el futuro en plena disputa del mundial. Sin perder nuestra esencia y característica principal, hemos adornado la media cancha con jugadores de buen pie que nos permitirán además de marcar, tener más control de pelota, correr menos, pensar más y administrar mejor los tiempos de un partido.
No obstante nos sigue faltando elaboración. El problema ahora ya no será de nombres sino de funcionamiento. Nadie duda de que lo que está es lo mejor con lo que cuenta Uruguay.
Habrá entonces que buscar las variantes para jugar de manera competitiva, más allá del rival.
Entiendo que debemos aprovechar la edad y experiencia de nuestra actual zaga para con el resto del equipo darle un toque de dinámica y así un cambio radical a nuestro juego, aprovechando para ello las variantes que ofrece nuestro “renovado” medio campo.
Se me ocurren dos planteamientos posibles para el comienzo del nuevo ciclo y de cara a la Copa América de Brasil 2019:
1. Un equipo parado con: un líbero, dos stopper, dos laterales con proyección, tres volantes con marca, excelente estado físico y buen pie, y dos delanteros de elite. Los nombres serían:
Muslera
Godin
Cáceres-Giménez
Varela Laxalt
Bentancur – Torreira – Valverde
Cavani – Suárez
2. La otra variante, tomando en cuenta la mejor versión de Uruguay en el mundial, sería con un marcado 4-4-2. Los nombres:
Muslera
Cáceres – Godín – Giménez – Laxalt
Nández – Bentancur – Torreira – Valverde
Cavani – Suárez
Ojalá podamos ver a Uruguay con alguna de estas propuestas, sobre todo la primera, sin que ello implique perder nuestra identidad.
Ojalá podamos transitar los próximos cuatro años como los que pasaron, sabedores de que se va por el buen camino.
Ojalá podamos seguir todos unidos detrás de la casaca celeste, tirando para el mismo lado y gritando Uruguay nomá!
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