Más allá del dolor que causa no haber podido acceder a la final del mundial Sub 20 corresponde, antes que ver las causas y errores atribuibles a nuestra selección, resaltar lo hecho por Venezuela.
Es hora de darle mérito al equipo de Dudamel quien podrá, en pocos meses, hacer algo que ninguna selección en el mundo puede hacer, subir a la mayor de cara a al mundial de Catar, a todo este seleccionado Sub.20.
Porque no hay nada mejor para un entrenador que poder cambiar un plantel entero cuando el que había no reunía las condiciones mínimas de competitividad. Y eso sólo se puede hacer sin presión ni exigencias desmedidas; nada mejor entonces que un país como Venezuela para poder hacerlo.
Al día de hoy restan cuatro partidos para terminar esta eliminatoria y Venezuela ya está eliminado para Rusia 2018. El técnico podrá optar entre rescatar algún jugador de los que ha venido jugando -y “cuidar” a los Sub.20- o darle entrada desde ahora a la base sub campeona juvenil para que comience a adquirir experiencia sabiendo que la eliminación no es producto de su trabajo.
En cualquier caso esta generación tendrá una preparación bárbara de cara a Catar 2022; contará con una base de jugadores de entre 22 y 23 años con una experiencia de 5 a 7 años jugando juntos. No es poca cosa.
Más allá del resultado y los objetivos que puedan llegar a lograr, lo cierto es que es que tendrá una de las mejores bases, en lo que a trabajo y planificación se refiere.
Feliz, radiante, orgulloso de mi selección. Gracias a sus jugadores y cuerpo técnico por regalarme una alegría más.
Esa fue la primera expresión que me nació tras el contundente y por qué no sufrido triunfo logrado ante Venezuela que nos permite afianzarnos en la cima de la tabla cumplido ya el 50% de las Eliminatorias.
Era un partido clave y se ganó. De esos que en la previa y producto del momento, las circunstancias y plantel de cada uno, no admitía otra posibilidad que la de un triunfo celeste.
Al mismo tiempo era también de esos partidos que -hasta no hace mucho- se terminaban con una frase más o menos así: “otra vez le dimos vida al que llega muerto”.
Frase que pareció asomar en la mente de muchos cuando en la primera media hora la vinotinto se apoderó de la pelota y con transiciones rápidas, mucha precisión en los pases, gran funcionamiento y un desequilibrante Peñaranda por izquierda, generó peligro en cada jugada de ataque.
Claro que a la hora de concretar no pudo hacerlo y lo terminó pagando caro.
Tras una jugada rápida y aislada de los celestes llegó el primer tanto y con eso pareció sentenciarse el partido. Pase largo cruzado hacia la izquierda, centro preciso efectuado a la carrera por Suárez y gran definición de Lodeiro de cabeza tras llegar de la zona de volantes a toda velocidad.
El gol trajo tranquilidad y mató anímicamente a Venezuela que procuró mantener su buen juego colectivo hasta que la imprecisión se apoderó del equipo.
El segundo tiempo fue otro partido. Uruguay encontró rápido el segundo gol, pasó por arriba físicamente a su rival, cortó todos los circuitos que llevaban peligro en la primera mitad -al punto que Peñaranda fue sustituido-, logró juntar las líneas, armó circuitos de fútbol, mejoró en la precisión y generó varias oportunidades de gol. Así, hasta que llegó la expulsión de Vizcarrondo y posteriormente el tercer tanto tras una extraordinaria combinación entre Vecino, Sánchez, Suárez y Cavani.
El balance es sumamente positivo. Hubo rendimientos individuales buenos (Silva, Suárez, Cavani) y no tanto (Coates, Corujo y -más allá del gol- Lodeiro en el 1er tirmpo), pero lo más importante es que se ganaron 3 puntos que sirvieron para mantener el liderazgo en la tabla y dar un paso más hacia Rusia 2018.
Venezuela ya es historia. Ahora pasemos raya y permitámonos disfrutar, al menos hasta la próxima fecha, de algo inédito bajo este formato de eliminatorias: tener a Uruguay 1°, solo, habiéndose jugado ya la mitad de la competencia.
Acaba de terminar la quinta fecha de las eliminatorias y estamos terceros, clasificando directamente a la próxima Copa del Mundo.
Es más, si en la próxima fecha se le gana a Perú estaremos como mínimo segundos, sin importar absolutamente nada de lo que hagan nuestros rivales.
El partido de ayer no hay dudas que fue malo, muy malo. Quizás de lo peor de Uruguay en el último tiempo.
Más allá del mérito del rival en saber cómo controlar el partido desde el punto de vista defensivo (en el primer tiempo) y dominarlo en los últimos 20’, luego de apoderarse del balón, lo de Uruguay fue muy pobre. Pero no deja de ser un partido.
Por suerte tenemos crédito como para no llorar los dos puntos perdidos, máxime teniendo en cuenta que hasta hace un tiempo, partidos como el de ayer se perdían.
El técnico vinotinto una vez más demostró su capacidad para plantear un partido conociendo perfectamente las virtudes del rival y posibilidades de su equipo.
Uruguay no repitió nada de lo hecho en los últimos partidos. No tuvo la contundencia que demostró contra Chile ni la exuberancia física que demostró en el primer tiempo contra Rusia hace poco más de una semana.
Si bien se puede decir que dominamos el primer tiempo, ese dominio fue simplemente visual -producto de que Venezuela se metió atrás- y no por la presión que pudimos haber ejercido.
Lo más destacado en ése período fueron los primeros 15 minutos de Cavani que con gran técnica intentó controlar y dar buen destino a cada pase de espalda que recibía. Lo demás fue todo desparejo. No se pudieron hacer dos pases seguidos; ni Suárez, ni Forlán, ni Palito pudieron soltarse o juntarse para hacer alguna triangulación. Tampoco Cáceres, por la izquierda, repitió lo hecho contra Chile, por la derecha.
Venezuela prácticamente no atacó en ese período pero dejó claro donde estaba la falla de Uruguay, insinuando lo que podía venir y por dónde podría atacarnos en el segundo tiempo. El lado derecho de la defensa uruguaya.
Definición de Forlán
El gol de Uruguay fue una jugada aislada que nació en un excelente quite y mejor entrega del Ruso Pérez para Palito que levantó la cabeza y encontró a un Forlán que rompió el off side y definió muy bien.
Quedó la sensación de que si se anotaba antes podía haberse ampliado la ventaja en ese primer tiempo -por la forma en que afectó al equipo rival-. Claro que en el segundo tiempo la sensación fue la misma cuando empató Venezuela; si el empate llegaba antes, podíamos habernos quedado sin nada.
Por eso creo que el empate fue lo más que justo. Todo el partido la vinotinto tuvo vía libre por el lado derecho de la defensa uruguaya.
Uruguay tiene un lateral derecho que tácticamente desconcierta a todo el equipo. No marca absolutamente a nadie y tampoco aporta en el ataque. Cada vez que sube lo hace sin criterio, sin importar si tiene compañía o no. Cuando pierda la pelota resulta imposible cubrir su lateral con lo cual los centrales deben cubrir espacios mayores resultando un peligro cada ataque rival.
Venezuela percibió esa falencia, fue controlando el partido, haciéndose de la pelota y subiendo constantemente por ese lateral que nunca encontró resistencia.
El cambio que realizó Tabárez pareció ser el correcto. Puso al Tata González para reforzar esa zona por delante de Maxi Pereira pero quiso el destino que perdiera una pelota en la mitad de la cancha y allí se gestara el gol del empate.
Rondón marcó el empate final
De todas formas el gol fue un cúmulo de errores defensivos. A la pérdida del “Tata” hay que sumarle que ningún compañero cortó el ataque rival con un foul y que pasaron varios segundos hasta que se dejó levantar cómodamente el centro que agarró desacomodados a nuestros centrales y dieron libertad a Rondón para marcar el cabezaso.
No queda mucho más para analizar del pobre partido. El rendimiento general fue malo.
Habrá que estar muy concentrado y ser contundente contra Perú. En teoría tienen mejores delanteros que Venezuela pero el resto del equipo es técnicamente inferior. Se le puede ganar perfectamente pero habrá que salir a aplastarlos desde el primer minuto.
Conociendo su cuerpo técnico es sabido que van a venir a pegar, cortar el juego y sacarle ritmo al partido para desgastar al equipo física y psicológicamente ya que de no llegar el gol, producto de la ansiedad de la gente, podríamos entrar en la desesperación.
Sería lindo aprovechar la ausencia de Lugano para probar con Cáceres, Godin, Coates y Palito. Es hora de dar un descanso a Maxi Pereira para recuperar la solidez defensiva.
Si bien creo que Forlán debe seguir siendo titular por lo que representa en los rivales está claro que ya no puede sacarse a nadie en velocidad y a veces resulta imperioso tener rapidez para presionar a las defensas rivales. Creo que es importante saber cuándo sacarlo para dar entrada a otro que pueda sorprender desde lo físico (Ramirez, Cebolla, Hernández).
Desconocemos en que estado se encuentra Lodeiro pero considero que si está en condiciones de jugar por lo menos un tiempo sería muy importante contar con él ya que a nuestros delanteros muchas veces se les hace imposible quedar de cara al arco por cuanto nuestra línea media no puede habilitarlos.
Más allá de la capacidad de Cavani tenemos a un Suárez impresionante que en este partido, salvo en la última jugada, jamás pudo quedar de frente al arco con pelota dominada. En la única oportunidad que logró hacer una pared (con el “Tata” en los descuentos) casi convierte.
Como dije, no da para dramatizar. Estamos casi terminando el primer tercio de eliminatorias y estamos en zona de clasificación. Tenemos la defensa menos vencida y la segunda delantera más goleadora.
Después de tantos años de fracasos y tener una selección sin rumbo creo que podemos darnos el lujo de empatar un partido y no dramatizar como siempre ¿no? Si no creemos en esta selección, no podemos creer en nada.
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